Donde todo comenzó: la historia de la primera generación

Corría el año 1930 cuando una pareja originaria de Irapuato tomó una decisión que cambiaría el destino de su familia: subirse a una diligencia rumbo a Mexicali; Buscando un futuro mejor, cruzaron a Estados y trabajaron en la pizca de naranja. Pero el destino los obligó a regresar: fueron deportados..Llegaron con lo justo… pero con muchas ganas de salir adelante. Sus primeros años los pasaron trabajando en la pizca de algodón, bajo el sol inclemente del valle. Después, comenzaron a vender raspados en verano y fruta en invierno, caminando por las calles con su carrito, llevando sabor y frescura a cada esquina.

Con esfuerzo, ahorros y una visión clara, abrieron su primer puesto de antojitos en la mítica Chinesca. Ahí, entre aromas de cocina casera y trato cálido, empezó a forjarse la conexión con los mexicalenses. En 1945 compraron una casa en Mexicali, y en la cochera, con mesas sencillas y una estufa, nació la Cenaduría Selecta.Tres años más tarde, construyeron del otro lado del patio su primer restaurante formal, pegado a la casa, conectado como si fueran una sola cosa… porque lo eran: hogar y trabajo, familia y servicio, comida y legado. Ahí comenzó lo que hoy conocemos como Restaurante Cenaduría Selecta, o como muchos le llaman con cariño: “La Selecta”.

Un lugar nacido del esfuerzo, el amor por la cocina y la esperanza de una vida mejor.
Una historia que no solo se cuenta: se saborea.

El relevo con carácter: la historia de la segunda generación

Para 1974, el sueño que había comenzado en una cochera ya era un restaurante querido por la comunidad. Pero el siguiente paso no fue automático: tomó valentía, compromiso y muchas horas de trabajo. Fue entonces cuando los hijos comenzaron a involucrarse de lleno en el negocio familiar. Entre ellos, Lupita Vieyra y su hermano Jose Luis, quienes con temple, visión y mucho amor por la tradición, fueron aprendiendo del negocio desde sus entrañas: cocina, comedor, compras, administración, recursos humanos. Todo se hacía en familia y con las manos. La muerte de Don José en 1984 marcó un antes y un después. La segunda generación tuvo que tomar las riendas por completo, enfrentando un reto mayor: mantener viva la esencia, pero ahora como líderes. Fueron años de jornadas interminables, de hasta 16 horas al día. El equipo de trabajo tenía más experiencia que ellos, y ganarse el respeto fue una tarea diaria. Pero lo hicieron con humildad, tenacidad y respeto por lo que sus padres habían construido. Con el paso del tiempo, llegó una transformación que marcaría una nueva etapa: En 1989, se reestructuró todo el restaurante y se hizo mas grande, en vez de 10 mesas ahora eran 28. Aparte, se dividió la cocina por áreas de producción y servicio, se crearon departamentos, se establecieron puestos clave como jefes de producción de cocina y capitanes. También se modernizó la contabilidad. Durante los últimos 50 años, Lupita Vieyra y su hermano han sido el corazón y la cabeza de La Selecta, guiando con firmeza, sensibilidad y visión.